Ha pasado mucho tiempo des de la última entrada, pero eso no significa que no le haya dado a los pedales. A continuación, podreis leer la crónica que he hecho especialmente para el club al que pertenezco Sprint Bike de mi última experiencia en esta bonita y durísima prueba y que podreis encontrar también en su blog. Vereis que, a diferencia de las otras, entradas, en esta hablo en plural, puesto que ha sido un objetivo de equipo y no lo puedo escribir de otra manera. Espero que os guste y disculpad la tardanza en publicar notícias mías.
LUCHON-BAYONA 2014: CICLOTURISMO EN ESTADO PURO.
Muchas son las crónicas que
hablan de esta marcha y, si no fuera por ellas, no nos hubiéramos
planteado, uno de nuestros muchos días
de poca cordura, a lanzarnos a esta aventura.
Una de las primeras cosas que más nos llamó la atención era la historia
de esta marcha. Historia que se remonta a la primera etapa pirenaica del Tour,
en el año 1910, en la que uno de los ciclistas profesionales que la disputaba,
en lo alto del Aubisque, llamó “asesinos” a los organizadores. Los kilómetros, el desnivel, los puertos
míticos y el reto de completarlo en un sólo día fue lo que nos acabó de convencer…
Este año, como novedad en el club,
al igual que se planteaba el super reto de BTT con el Soplao, se pensó que
estaría bien proponer un super reto de carretera y, por eso, no dudamos en
elegir esta prueba.
De esta manera, nos introdujimos
en el mundo de la ultra distancia mediante las brevets. Y así, como quien no
quiere la cosa, nos apuntamos a la Brevet Lepertel, de 200kms. Pensábamos que iba
a ser una cursa más pero, como el camino de Santiago, tiene algo mágico que
engancha. Resultó que eso solo era el principio. Se abría ante nosotros un
abanico nuevo de posibilidades sobre dos ruedas.
El paso lógico para superarse era
hacer una Brevet de 300kms, pero el calendario ya estaba planificado y completo
de otras pruebas. Así que, siguiendo en mi línea ilógica de locuras personales,
solté en el whatsap a mis compis del club, una pregunta de la que acto-seguido me
arrepentiría: ¿Por qué no pasamos directamente a la de 400?... Y aunque sonaba
a la dichosa ficha del Monopoly: “Vaya a la prisión, vaya directamente a la
prisión, sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar…”, que, traducida al
argot ciclista, sería algo así como “Vaya a la brevet de 400, sin pasar por la
de 300 y sin tener ni idea de lo que le espera…”, resultó que no obtuve un “no” rotundo por
respuesta. Hubo 4 miembros más del club
que estaban, por lo menos, igual de locos que yo y que en seguida se apuntaron
al carro… Y, como estaba escrito, ya no había marcha atrás.
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Brevet 400 |
Ahora ya nos lo empezábamos a
creer: la LUCHON-BAYONA 2014 en un solo día SÍ que era posible. Planificamos con
ilusión la infraestructura del fin de semana: Alojamientos el viernes en
Luchon, y el sabádo en un hotel de Bayona con recepción las 24h. A saber la
hora a la que íbamos a llegar, eso si llegábamos… Posibilidad de anular el
hotel hasta el mismo día a las 18h de la tarde, por si teníamos que dormir por el camino… Y, no menos importante, sería el seguimiento
de nuestro compañero Juan Cáceres con su coche de apoyo. Así de preparados, los
“asistentes”: Juan y su mujer Ana, y los “participantes”: Dani Rodríguez, Jesús
Padilla, Miguel A. García y yo, nos plantamos el viernes en Luchon.
El recorrido consta de 326kms y 6 puertos por este orden: el Peyresourde (1569m), el Aspin (1489m), el Tourmalet (2115m), el Soulor (1474m), el Aubisque (1709m) y el Osquich (507m), acumulando un total de 5257metros de ascensión. Es también conocido comúnmente como “¡pedazo de rutón de la ostia!. Podríamos dividirlo en dos partes: la primera parte, la etapa más montañosa, con los cinco primeros puertos concentrados en los primeros 160km. En la segunda parte, nos encontraríamos el último puerto más “tropecientos” repechos que ya sobran, hasta llegar a Bayona.
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Subiendo Aspin |
Comenzamos el día muy animados y
con un sol espléndido. Sellamos la cartilla (parecida a la “compostelana”) y
empezamos a pedalear. Sin tener tiempo de calentar, empezamos la primera ascensión
del día. Conscientes de que esto no es una carrera, cogemos un ritmo muy
llevadero que nos permite llegar arriba con poco cansancio acumulado. La bajada
se hace rápida y, en seguida, ya estamos subiendo el segundo. A medida que vamos cogiendo altura, las
vistas panorámicas son de postal y disfrutamos de lo lindo. En lo alto del
Aspin, nos espera un avituallamiento muy digno, y el segundo sello del día.
Bajamos de nuevo para afrontar el colosal Tourmalet. Los últimos 4 kilómetros de esta ascensión sufrimos fuertes rachas de viento que zarandean peligrosamente la bicicleta, cuando lo pillamos de costado, o ralentizan estrepitosamente la velocidad media, cuando lo pillamos de frente, según sea la curva. Empezamos a sufrir, pero conseguimos llegar bien arriba. El viento es tan molesto que no nos permite disfrutar del momento como quisiéramos: foto rápida en la cima, nos abrigamos y bajamos extremando precauciones… A mitad de la bajada, otro avituallamiento y otro sello.
Bajamos de nuevo para afrontar el colosal Tourmalet. Los últimos 4 kilómetros de esta ascensión sufrimos fuertes rachas de viento que zarandean peligrosamente la bicicleta, cuando lo pillamos de costado, o ralentizan estrepitosamente la velocidad media, cuando lo pillamos de frente, según sea la curva. Empezamos a sufrir, pero conseguimos llegar bien arriba. El viento es tan molesto que no nos permite disfrutar del momento como quisiéramos: foto rápida en la cima, nos abrigamos y bajamos extremando precauciones… A mitad de la bajada, otro avituallamiento y otro sello.
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Coronando el cuarto puerto |
Nos dirigimos al Soulor. A estas
alturas, ya hemos tenido la oportunidad de hablar con unos cuantos participantes
y comprobamos que la gran mayoría hace la ruta en dos días. Casi en lo alto del
Soulor, otro avituallamiento y otro sello. Bajamos muy poco para seguir
subiendo hacia el siguiente y ya quinto puerto: el Aubisque.
Miguel y yo habíamos pasado dos
veces por esta zona y las dos veces habíamos tenido niebla, pero, aunque ya
empiezan a divisarse las nubes por el horizonte, estas no nos tapan el
espectacular circo de Littor. Sólo por esto, ya vale la pena todo el esfuerzo,
Coronamos el Aubisque muy contentos, porque nos vemos bien de fuerzas. Más
fotos de rigor y para abajo. Bajando, las nubes van ganando terreno y se
escuchan los primeros truenos. La tormenta está acechando. Llegamos a Laruns y
decidimos refugiarnos en un bar, ya que empiezan a caer los primeros goterones gordos.
Una vez dentro, se desata la rabiosa tormenta. Estamos en la mitad del
recorrido. Todavía queda mucho y surgen las primeras dudas…
Parece que la tormenta afloja y
decidimos ponernos rápidamente otra vez en marcha. El asfalto esta mojado y, de
nuevo, hay que extremar las precauciones… No tardará en volver a aparecer la
lluvia, y ahora ya para quedarse... Encima, para acabar de rematar el asunto,
el fuerte viento sigue siendo en contra…
La suerte es que, aunque estemos
mojados, de momento, no hace frío… Mi mayor miedo es tener los pies mojados al
caer la noche… Mi pensamiento se va al día anterior, cuando hacía la maleta y decidía
no poner los escarpines impermeables en ella, a pesar de tenerlos apuntados en
mi lista… Espero que esa decisión, no me juegue una mala pasada al final… Empieza
el calvario…
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La cosa se pone fea |
Nuestras caras son un poema, pero
Dani consigue romper ese cuadro soltando, de vez en cuando, frases con graciosa
ironía como: "¡No hace falta que nos tiren más cubos de agua, que ya nos hemos
enterado de que llueve, hombreeeeee! Jeeje..." Me sorprendo viendo que, hasta en estas situaciones,
aún soy capaz de sacar una sonrisa…
Subimos el último escollo,
Osquich. Kilómetro 250 y ya es de noche. Último avituallamiento en ruta y penúltimo sello.
Decidimos entrar en el bar que hay justo al lado, para tomar un café con leche
calentito y entrar en calor. Con lo friolera que soy, tengo la tentación de
cambiarme entera de ropa, para ponerme ropa seca, pero me advierten que con el
asfalto tan mojado, no serviría de nada, ya que las mismas ruedas se
encargarían de empaparme de nuevo. Tienen razón… Aprovecho para ir al lavabo y
secarme un poco la ropa con el secador de manos. A continuación cojo el papel seca
manos y me lo coloco de relleno en pecho, barriga y piernas. Los guantes los
tengo empapados y, estos sí que decido cambiármelos por los de invierno secos.
Me coloco el chaleco reflectante en lo alto del chubasquero para ir todavía más
abrigada y, para abajo… En seguida, comprobé que había tomado las decisiones
acertadas… El frío bajando era real, pero soportable y, Miguel, tenía fe y no
paraba de repetírnoslo que en Bayona no iba a llover y que llegaríamos secos…
Positividad ante todo…
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Llegada a meta |