martes, 1 de julio de 2014

Rompiendo el silencio. Luchon-Bayona 2014

Ha pasado mucho tiempo des de la última entrada, pero eso no significa que no le haya dado a los pedales. A continuación, podreis leer la crónica que he hecho especialmente para el club al que pertenezco Sprint Bike de mi última experiencia en esta bonita y durísima prueba y que podreis encontrar también en su blog. Vereis que, a diferencia de las otras, entradas, en esta hablo en plural, puesto que ha sido un objetivo de equipo y no lo puedo escribir de otra manera. Espero que os guste y disculpad la tardanza en publicar notícias mías.


LUCHON-BAYONA 2014: CICLOTURISMO EN ESTADO PURO.
Muchas son las crónicas que hablan de esta marcha y, si no fuera por ellas, no nos hubiéramos planteado,  uno de nuestros muchos días de poca cordura, a lanzarnos a esta aventura.  Una de las primeras cosas que más nos llamó la atención era la historia de esta marcha. Historia que se remonta a la primera etapa pirenaica del Tour, en el año 1910, en la que uno de los ciclistas profesionales que la disputaba, en lo alto del  Aubisque,  llamó “asesinos” a los organizadores.  Los kilómetros, el desnivel, los puertos míticos y el reto de completarlo en un sólo día fue lo que nos acabó de convencer…

Este año, como novedad en el club, al igual que se planteaba el super reto de BTT con el Soplao, se pensó que estaría bien proponer un super reto de carretera y, por eso, no dudamos en elegir esta prueba.

De esta manera, nos introdujimos en el mundo de la ultra distancia mediante las brevets. Y así, como quien no quiere la cosa, nos apuntamos a la Brevet Lepertel, de 200kms. Pensábamos que iba a ser una cursa más pero, como el camino de Santiago, tiene algo mágico que engancha. Resultó que eso solo era el principio. Se abría ante nosotros un abanico nuevo de posibilidades sobre dos ruedas.

El paso lógico para superarse era hacer una Brevet de 300kms, pero el calendario ya estaba planificado y completo de otras pruebas. Así que, siguiendo en mi línea ilógica de locuras personales, solté en el whatsap a mis compis del club, una pregunta de la que acto-seguido me arrepentiría: ¿Por qué no pasamos directamente a la de 400?... Y aunque sonaba a la dichosa ficha del Monopoly: “Vaya a la prisión, vaya directamente a la prisión, sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar…”, que, traducida al argot ciclista, sería algo así como “Vaya a la brevet de 400, sin pasar por la de 300 y sin tener ni idea de lo que le espera…”,  resultó que no obtuve un “no” rotundo por respuesta.  Hubo 4 miembros más del club que estaban, por lo menos, igual de locos que yo y que en seguida se apuntaron al carro… Y, como estaba escrito, ya no había marcha atrás. 

Brevet 400
Así fue como cinco intrépidos del club: Dani Rodríguez, Jesús Padilla, Sergio Cervera, Miguel A. García y una servidora, nos presentamos a la Brevet de 400kms de Tárrega el 26 de abril. Después de una larguísima jornada de pedaleo, con super pajarón incluido en el km. 370 y pasadas las 3 de la madrugada, conseguí llegar, arropada por mi equipo, a meta… Fue la primera vez que nuestro club se presentaba a una prueba de estas características y, además, fui la primera chica que completaba una Brevet de 400 en la provincia de Lleida.

Ahora ya nos lo empezábamos a creer: la LUCHON-BAYONA 2014 en un solo día SÍ que era posible. Planificamos con ilusión la infraestructura del fin de semana: Alojamientos el viernes en Luchon, y el sabádo en un hotel de Bayona con recepción las 24h. A saber la hora a la que íbamos a llegar, eso si llegábamos… Posibilidad de anular el hotel hasta el mismo día a las 18h de la tarde, por si teníamos que dormir por el camino… Y, no menos importante, sería el seguimiento de nuestro compañero Juan Cáceres con su coche de apoyo. Así de preparados, los “asistentes”: Juan y su mujer Ana, y los “participantes”: Dani Rodríguez, Jesús Padilla, Miguel A. García y yo, nos plantamos el viernes en Luchon.

El recorrido consta de 326kms y 6 puertos por este orden: el Peyresourde (1569m), el Aspin (1489m), el Tourmalet (2115m), el Soulor (1474m), el Aubisque (1709m) y el Osquich (507m), acumulando un total de 5257metros de ascensión. Es también conocido comúnmente como “¡pedazo de rutón de la ostia!. Podríamos dividirlo en dos partes: la primera parte, la etapa más montañosa, con los cinco primeros puertos concentrados en los primeros 160km. En la segunda parte, nos encontraríamos el último puerto más “tropecientos” repechos que ya sobran, hasta llegar a Bayona.

Subiendo Aspin
Comenzamos el día muy animados y con un sol espléndido. Sellamos la cartilla (parecida a la “compostelana”) y empezamos a pedalear. Sin tener tiempo de calentar, empezamos la primera ascensión del día. Conscientes de que esto no es una carrera, cogemos un ritmo muy llevadero que nos permite llegar arriba con poco cansancio acumulado. La bajada se hace rápida y, en seguida, ya estamos subiendo el segundo.  A medida que vamos cogiendo altura, las vistas panorámicas son de postal y disfrutamos de lo lindo. En lo alto del Aspin, nos espera un avituallamiento muy digno, y el segundo sello del día. 

Bajamos de nuevo para afrontar el colosal Tourmalet. Los últimos 4 kilómetros de esta ascensión  sufrimos fuertes rachas de viento que zarandean peligrosamente la bicicleta, cuando lo pillamos de costado, o ralentizan estrepitosamente la velocidad media, cuando lo pillamos de frente, según sea la curva. Empezamos a sufrir, pero conseguimos llegar bien arriba. El viento es tan molesto que no nos permite disfrutar del momento como quisiéramos: foto rápida en la cima, nos abrigamos y bajamos extremando precauciones… A mitad de la bajada, otro avituallamiento y otro sello.

Coronando el cuarto puerto
Nos dirigimos al Soulor. A estas alturas, ya hemos tenido la oportunidad de hablar con unos cuantos participantes y comprobamos que la gran mayoría hace la ruta en dos días. Casi en lo alto del Soulor, otro avituallamiento y otro sello. Bajamos muy poco para seguir subiendo hacia el siguiente y ya quinto puerto: el Aubisque.

Miguel y yo habíamos pasado dos veces por esta zona y las dos veces habíamos tenido niebla, pero, aunque ya empiezan a divisarse las nubes por el horizonte, estas no nos tapan el espectacular circo de Littor. Sólo por esto, ya vale la pena todo el esfuerzo, Coronamos el Aubisque muy contentos, porque nos vemos bien de fuerzas. Más fotos de rigor y para abajo. Bajando, las nubes van ganando terreno y se escuchan los primeros truenos. La tormenta está acechando. Llegamos a Laruns y decidimos refugiarnos en un bar, ya que empiezan a caer los primeros goterones gordos. Una vez dentro, se desata la rabiosa tormenta. Estamos en la mitad del recorrido. Todavía queda mucho y surgen las primeras dudas…

Parece que la tormenta afloja y decidimos ponernos rápidamente otra vez en marcha. El asfalto esta mojado y, de nuevo, hay que extremar las precauciones… No tardará en volver a aparecer la lluvia, y ahora ya para quedarse... Encima, para acabar de rematar el asunto, el fuerte viento sigue siendo en contra…

La suerte es que, aunque estemos mojados, de momento, no hace frío… Mi mayor miedo es tener los pies mojados al caer la noche… Mi pensamiento se va al día anterior, cuando hacía la maleta y decidía no poner los escarpines impermeables en ella, a pesar de tenerlos apuntados en mi lista… Espero que esa decisión, no me juegue una mala pasada al final… Empieza el calvario…

La cosa se pone fea
Nuestras caras son un poema, pero Dani consigue romper ese cuadro soltando, de vez en cuando, frases con graciosa ironía como: "¡No hace falta que nos tiren más cubos de agua, que ya nos hemos enterado de que llueve, hombreeeeee! Jeeje..."  Me sorprendo viendo que, hasta en estas situaciones, aún  soy capaz de sacar una sonrisa…

Subimos el último escollo, Osquich. Kilómetro 250 y ya es de noche. Último avituallamiento en ruta y penúltimo sello. Decidimos entrar en el bar que hay justo al lado, para tomar un café con leche calentito y entrar en calor. Con lo friolera que soy, tengo la tentación de cambiarme entera de ropa, para ponerme ropa seca, pero me advierten que con el asfalto tan mojado, no serviría de nada, ya que las mismas ruedas se encargarían de empaparme de nuevo. Tienen razón… Aprovecho para ir al lavabo y secarme un poco la ropa con el secador de manos. A continuación cojo el papel seca manos y me lo coloco de relleno en pecho, barriga y piernas. Los guantes los tengo empapados y, estos sí que decido cambiármelos por los de invierno secos. Me coloco el chaleco reflectante en lo alto del chubasquero para ir todavía más abrigada y, para abajo… En seguida, comprobé que había tomado las decisiones acertadas… El frío bajando era real, pero soportable y, Miguel, tenía fe y no paraba de repetírnoslo que en Bayona no iba a llover y que llegaríamos secos… Positividad ante todo…

Con ganas de llegar, afrontamos los tropecientos repechos que sobran y que no permitían que subiera la media. A falta de 10kms de Bayona, deja de llover y empezamos a comprobar que el asfalto está seco… ¡Las previsiones se cumplen y ya casi lo tenemos! Ahora sí que escasean las fuerzas y tenemos muchas ganas de llegar. Un grito de alegría al ver el cartel de Bayona y el claxon del coche para celebrarlo me provocan un nudo en la garganta de la emoción. ¡Por fin! ¡Lo hemos conseguido! Una vez en el gimnasio nos abrazamos emocionados y pegando saltos de alegría… Momento inolvidable… Aquí culmina con éxito esta gran aventura… Un día completito: con sol, lluvia, viento, frío, risas, buenos y malos ratos… y compartiendo experiencias con nuestros compañeros de pedaleo. Cicloturismo en estado puro…
Llegada a meta

sábado, 28 de diciembre de 2013

Felices fiestas!!!

Un año más termina pero, como siempre, empieza otro nuevo. Como resultado de esta vida cíclica surgen nuevos sueños,  retos e ilusiones.

Y mientras esto suceda, a pesar del paso del tiempo, nuestra alma seguirá joven y llena de esperanza. 

Os deseo unas felices fiestas y  un próspero Año Nuevo 2014!!!

jueves, 10 de octubre de 2013

Dulce temporada

Volando en los Pirineos (agosto 2013)
Ha pasado mucho tiempo desde la última entrada, demasiado... A grandes rasgos, diré que este año, despues del Soplao, a diferencia de otros, y a pesar de su dureza, no me entraron ganas de tirar la bici por la ventana... Y si las hubiera tenido, tampoco hubiera podido, porque a la semana siguiente, me esperaba la Puertos de Ribagorza.

Por lo que se refiere a la Puertos de Ribagorza, fue mi primera participación y seguramente, no será la última... Ahora que termina casi la termporada, ya voy pensando en los retos 2014 y Puertos de Ribagorza tiene muchos puntos de estar en mi calendario, por su organización impecable, el recorrido, los bellos parajes y las características de la marcha. 

A continuación, en agosto, venían las vacaciones... Este año iba a ser diferente de los 7 anteriores, porque no teníamos un gran viaje en bici planificado... Sabia que echaría de menos esa sensación de aventura y libertad y, por eso, la ilusión, en un principio, no era la misma... Este año, nos llevaríamos las bicis, pero sin alforjas. El destino elegido, también cercano, pero inexplorado, era los Pirineos franceses y vascos...  

Casi sin esperarlo, sobre la marcha, empezamos a descubrir pequeñas maravillas... Así fue como conocimos el bellísimo Cirque de Gavarnier y de Troumouse (patrimonio de la UNESCO), nos sumergimos en la espesa niebla en el Aubisque y sufrimos las interminables rampas del Larrau, entre otras ascensiones que tenemos pendientes de añadir a nuestra lista de alturas particular.

Como el ciclo de la naturaleza que nos regala los diferentes tonos de colores del follaje de un árbol, el azul de las vacaciones se difuminó con pinceladas de colores tostados y ocres, dando paso a la rutina diaria de la vuelta al trabajo. Pero los retos deportivos, todavía no habían terminado aún... Así pues, habría que añadir el sacrificio de salir a rodar, despues de las, a menudo, agotadoras jornadas...

Llegó el día de la Selenika, con mucha carretera y poca montaña en las piernas... Esta era mi tercera participación... pero destacar que estas no han sido seguidas: la primera en 2006, en la que tardé casi 11 horas en terminar, la segunda en 2009, en la que estuve 8 horas y media. Esta edición era especial por su celebración del 25 aniversario de esta cursa y porque esta vez la hacía como miembro del club ciclista Sprintbike y en compañia de casi una treintena de integrantes del club. También el recorrido era unos 12 kms más largo. En esta edición, tardé 8 horas en completar el recorrido y con no muy buenas sensaciones, porque los amagos de rampa hicieron presencia en el km. 50 y, a pesar de que yo, educadamente, les invité a irse, bebiendo y comiendo plátanos a mansalva, practicamente, me acompañaron hasta el final... Menos mal que, después, hubo una merecida recompensa. Un genial plato de pasta y un helado de vainilla y chocolate nos esperaba a la llegada... Y para acabar de rematar, me tocó el casco que se sorteaba. ¿Qué más se puede pedir?

Finalmente, este domingo pasado, el último reto de la temporada: la Travessa Sant Joan Despi-Montserrat. Era mi primera participación y la afrontaba con muchas dudas. Me daba cierto temor el paso por el río por las referencias de las velocidades que se tomaban alli, y también el hecho de que terminara en subida y que las rampas allí se ve que son mundialmente conocidas y el falso mito de que es llano hasta Monistrol, y algunas pendientes que se las traen y el tramo nuevo que, al parecer, era una trialerita de las guapas... Por todo esto, tardé en apuntarme, pero al final, a las 8 de la mañana estaba en la salida... Tengo la teoría de que es mejor no saber lo que vendrà, porque a veces, las referencias, hacen que esperes algo que nunca llega... La velocidad del río, para mi fue controlada; las fuertes pendientes sí que estaban, alguno ví que se caia patras y todo, pero se hicieron andando y ya està; la trialera, otro tanto de lo mism;, y las rampas, como tuve sesión triple la semana anterior, se ve que decidieron tomarse el dia libre, porque no vinieron a visitarme. En resumen, las sensaciones fueron muy buenas esta vez y el ritmo constante y ligero. Conseguí ser la tercera fémina, algo que nunca me hubiera imaginado... Y, para no perder la costumbre, me tocaron unos calcetines!!!

Así que, como podeis comprovar, no podía terminar de una manera más dulce esta temporada.





martes, 28 de mayo de 2013

Soplao 2013: "Para vencer hay que sufrir", pero ¿tanto?


Cantabria infinita
Buscando por internet, he encontrado la siguiente definición:
Significado de "cabezota": 
Persona tozuda, terca, obstinada, que persevera manteniéndose en su respuesta o decisión; porfiando con terquedad y pertinacia, sin dejarse convencer por las razones, ruegos y amonestaciones razonables, ni por los obstáculos o dificultades que se presenten. Sinónimo: Cabezón/a.

No se me ocurre mejor manera de explicar porqué me planteo por cuarta vez presentarme a la prueba de Btt más dura que conozco: Los 10000 del Soplao que, casualidad o no, se organiza en un pequeño pueblo cántabro llamado Cabezón de la Sal.  Y más aún teniendo en cuenta que, durante la semana previa, las noticias meteorológicas eran incluso peores que las de el año anterior: lluvia, frío e incluso nieve en cotas bajas y temperaturas cercanas a cero grados. Sabíamos que si así era, no nos la ibamos a jugar, pero como la esperanza es lo último que se pierde, allá que fuimos. 

Llegamos viernes por la tarde, con tiempo suficiente de instalarnos, coger los dorsales, ir a cenar tranquilamente y dar un paseo por el pueblo para contagiarnos del ambiente único que se vive entre más de 3000 bikers. Durante el trayecto en coche, nos había diluviado, sobretodo quan atravesábamos tierras vascas, pero ahora, en Cantabria, a pesar de que el cielo estaba muy nublado, no llovía.

Dos licenciados en "Sadociclismo" preparados para sufrir
Para los que no conozcan esta prueba, decir que se trata de un evento con diferentes modalidades: la ruta a pie, la maratón, la ultramaratón, la combinada y la de btt. La de Btt consiste en 165kms por montaña y, este año, aumentaba el desnivel a 5000 metros, debido a un cambio en el recorrido que incluía una zona de trialera y el puerto de Negreo (para evitar repetir el puerto de El Moral, que en ediciones anteriores se subía 2 veces).  En total, habría que superar 5 puertos.

El sábado, puntualmente a las ocho, la bestial guitarra eléctrica de Thunderstruck retumba por las calles de todo el pueblo, dando comienzo al gran reto.

Este año,  además, mi pareja y yo habíamos decidido que cada uno iría a nuestro ritmo, cosa que suponía un desafío todavía mayor. Debía enfrentarme al infierno cántabro sin mi mejor apoyo, yo sola... Quizá por eso, tan solo unos minutos antes, en el desayuno me había sentido tan pequeña.  ¿Qué hago yo aquí? ¿Quien me mandaría meterme en este berenjenal? En silencio con los cereales, mi cara era un cuadro... Con tantas dudas, a punto estuve de volverme a la cama. Pero aunque el día había amanecido igual de nublado como el anterior, no llovía y no tenía excusa. Al menos, debía intentarlo.

El arco de salida estaba, como cada año, a rebosar de público haciendo fotos, grabando, gritando, aplaudiendo y animando. Personalmente, creo que es lo que hace esta prueba tan grande. Con la piel de gallina, Miguel y yo nos cogemos de la mano, nos deseamos suerte y, cómo no, suelto alguna lagrimilla... Ya no hay marcha atrás.

Pronto le pierdo de vista y cojo mi ritmo diesel, que esto es muy largo. Sé que voy preparada físicamente, pero la experiencia me dice que lo más importante es la mente y, por eso, decido llenarme de pensamientos positivos. Qué bien que ya ha pasado una hora y no llueve. Qué bien que ya han pasado dos. Qué bien que subo esto o aquello. Qué bien que este calzado no me provoca llagas en los pies. Qué bien que baja mi bici doble... Y así, con el qué bien va y el qué bien viene, fueron pasando las horas, los puertos y los kilómetros...

Llegamos al tramo nuevo de la trialera de Correpoco en la que tengo que poner pie a tierra y empujar la bici, que pesa un quintal, porque queda literalmente sumergida en el barro. Aún así, ya con bastante cansancio, mantengo el ánimo porque sé que solo me queda el último puerto: Negreo.

Pero las cosas se tuercen cuando después de una bajada, varios bikers señalan la siguiente montaña en la que puedo divisar en lo alto las luces de un 4x4 de la organización que sube un cuestón con dificultad... ¿Eso tenemos que subir? ¿Se han vuelto locos? Pero intento meter en mi mente el "Siempre es menos de lo que parece" y el "Ya casi lo tengo" para invertir la situación. Me convenzo de que tengo que subir como sea y espavilando porque se va a hacer de noche.

Las primeras rampas de Negreo son hormigonadas. Las hago en lo alto de la bici, pero son muy largas y casi no tienen descanso. Esta vez, para mi pesar, sí que era lo que parecía. Miro a mi alrededor y veo que la gente está pateando, así que voy a hacer lo mismo. Aprovecho el parón para sacar el móvil e informar de mi posición a Miguel, que seguro que lleva rato en meta, le digo que todo va bien y que voy a llegar. Lo que pasa es que no sabía lo que se avecinaba...

Al guardar el teléfono, compruebo que la pantalla se está mojando. Empieza a chispear... El terreno es pronunciadísimo y, en ocasiones, muy rocoso. Aquí es cuando me acuerdo de Cantabria infinita porque el jodido puerto parece que no termina nunca. Casi arriba, varios ciclistas paran a poner la luz. Yo estoy en un punto en que ya no pienso, solo copio. Así que paro yo también y me pongo la luz. La dificultad de mover las manos me indica que la temperatura ha bajado considerablemente y está anocheciendo muy rápido.

El último kilómetro del puerto ya es completamente de noche pero tiene un desnivel más tendido e, igual que el resto de compañeros que me rodean, me subo a la bici para pedalear. La lluvia cada vez es más intensa. Lo mejor de todo es que llevo el chubasquero en la mochila, pero queda tan poco... Además, si paro a ponérmelo, pierdo este grupo y pillo todavía más frío. Decido no parar. En estas, que un ciclista sin luz me dice que va conmigo porque no ve un pimiento... ¡Faltaría más! ¡Estamos todos igual, pasando las de  Caín! Por fin, parece que el puerto empieza a bajar y que la pesadilla va a terminar pronto... pero no... Aún no sé como, pero resulta que he pinchado...

Llegados a este punto, calada hasta los huesos, congelada, agotada, cayendo el diluvio universal y de noche,  como era de prever, los pensamientos positivos se me habían diluido en agua y empezaron a salir lagartos y serpientes de mi boca. Hablando en plata, me cagué en todo lo que se meneaba cien veces... Llevaba todo el kit para cambiar la cámara y también he practicado para poder ser, más o menos autosuficiente, pero no en aquellas condiciones... Reconozco que no puedo hacer andando los 20 malditos kilómetros que me quedan. La cosa se está complicando demasiado... Pero el chico sin luz, que me ve tan apurada, decide ayudarme a cambiar la cámara y, entre los dos, conseguimos hacer un apaño para poder continuar. Le digo que me ha salvado y nos presentamos. Se llama Oscar.

A partir de entonces, no puedo pensar en nada más que en llegar, llegar, llegar... Seguimos bajando pero hay que ir con mucho cuidado porque la zona está muy embarrada a causa de la lluvia que no para. Por fin llegamos a la carretera, donde hay un coche de Protección civil y una Ambulancia. Nos dicen que nos tenemos que esperar porque nos están reagrupando. Llevo solo un minuto parada y empiezo a sentir tanto frío... "¡No podemos estar quietos mucho rato, que nos congelamos!" Protesto gritando. A mi queja, se une más gente y, decido empezar a mover mi bici, dispuesta a cruzar la carretera, sin esperar su permiso. Pero no fue necesario porque, comprendiendo la situación, enseguida nos dieron vía libre para continuar.

La llegada a meta fue apoteósica. Conseguí recordar que quería tocarme el pecho... Los que me leeis y me conoceis sabeis porqué... Así lo hice. Después cerré el puño, alcé el brazo y grité lo más fuerte que pude. Se me acabó la voz. Cogí aire de nuevo y lancé un segundo e imponente grito..  Miguel, me esperaba en meta con el paraguas. Estaba empapada pero me abrazó y con su calor empecé a sollozar... Por fin, había terminado todo el sufrimiento pero la recompensa final y personal le dio sentido. Ha merecido la pena.

El infierno cántabro este año no ha podido con nosotros.




martes, 14 de mayo de 2013

XVI Terra de Remences

El despertador suena tan pronto, que me parece que todavía no han abierto las calles. Es lo que tiene que te guste esto del "sadociclismo": no descansas, sufres un montón de horas montada en lo alto de tu bici, para luego volver a casa reventad@ y seguir siendo un don nadie... Y al día siguiente, vuelta a empezar. Lo único que esta vez te toca madrugar para ir a currar y en vez de resaca, lo que te pasa es que te duelen hasta las pestañas...

Bueno, a lo que iba: Por fin, ha llegado el gran día de ponerse a prueba. A las cinco y media de la mañana, con legañas en los ojos, emprendemos la marcha hacia Sant Esteve d'En Bas, donde nos juntaremos un montón de "sadociclistas". ¡Esto promete! 

La previsión meteorológica, como suele pasar en primavera, no nos ha dejado nada claro... Por eso, el viaje transcurre con incertidumbre, mirando al cielo y deseando ver un cachito de azul esperanzador... Pero no, el cielo está encapotado, e incluso nos caen algunas gotas.

Llegamos al pueblo, una vez recogidos los dorsales que Manuel Trapero, un compañero del club, ha tenido la amabilidad de recogernos el día anterior, ya que él hacía noche en un hotel cercano al pueblo. Des de aquí, aprovecho para darle las gracias. Nos reciben un montón de voluntarios equipados con armillas amarillas que nos dirigen hacia la zona especialmente habilitada para aparcar. El arco de salida está montado y la cuidada organización nos indica que estamos ante una de las grandes citas del cicloturismo nacional. 

Se acerca la hora de la salida y no llueve pero, como más vale que sobre que no que falte, me meto el chubasquero en el bolsillo trasero del mallot. Nos dirigimos a la salida y tras el chupinazo empezamos a rodar. Los primeros kilómetros son llanos o con tendencia a bajar, lo que hace que el ritmo, al principio, sea muy rápido... Algunos adelantamientos resultan algo temerarios... Sólo se escuchan los ruidos de las ruedas de perfil, de los cambios de marchas y algunos avisos de alerta en los cambios de ritmo repentinos que provocan las rotondas... Son momentos de tensión y de máxima concentración, en los que priman los reflejos.

Pronto el primer puerto, el Coll de Capsacosta, de 2ª categoría, y con casi 9 kms, calmarían esos nervios. Empiezo a subir y mis sensaciones son inmejorables... ¡Estoy que me salgo! Tanto que voy adelantando a gente en todo el puerto y, al final, hasta se me hace corto. 

Empieza la bajada, y con ella el primer dilema (de ahí la imagen que acompaña esta crónica). Los kamikazes me adelantan sin compasión. ¡No veas cómo se plegan! "¿Quizá podría copiarles y soltar un poco el freno?" Dice mi demonio... Miro el cuenta y veo que voy a 55km/h. "¡Qué narices! ¡No soy Marc Márquez, pero estoy bajando de maravilla!" Gana el ángel y decido bajar como yo sé...

El 2º puerto, el Coll de Canes es más largo pero también más tendido. Mi ángel sigue aconsejándome que guarde fuerzas, que son muchos kilómetros y que hay que volver. Mi demonio me dice que tire lo que pueda. Esta vez, me convence el demonio. Sigo adelantando posiciones en la subida. Aunque luego las pierdo en la bajada, la media que llevo, no es normal en mi... Intento buscarle una explicación hasta que la encuentro.... Ya sé lo que me pasa: ¡Estoy poseída!

Llego al desvío de la corta y la larga en un tiempo récord. ¡He hecho 90kms en 3 horas! El ángel me dice que me pare para hacer una foto al cuenta y disfrutar del momento, ya que es la primera vez en mi vida que veo una media así, habiendo subido 2 puertos; pero no le hago caso y sigo tirando. Ya guardaré en mi retina este recuerdo... Y, si me falla algun dia la memoria, aquí lo escribo para que quede.

El tercer puerto es EL PUERTO en mayúsculas: el Coll de Bracons, de 1ª categoria. Es pequeño pero matón... ¡Menudos rampotes! Y yo subiendo con un 26... Hay gente en el borde de la carretera, aplaudiendo y animando. Y entre los gritos, distingo una chica que dice que estoy entre las 20 primeras féminas... Pero, ¿cómo? ¿Está hablando de mi? No, será de mi "otro yo poseído"... O a lo mejor es que no hemos contado bien... La cuestión es que me da un subidón impresionante y me exijo así todavía más. Arriba una señora grita: "¡Eres la 21!". ¡Ostras! Que una se equivoque contando, vale... Dos ya sería mucha casualidad, ¿no?... Aún así, sigo algo incrédula... "No te flipes y párate a comer", dice mi angelito. Ahora sí, le hago caso obediente. Me tomo mi segundo y último gel, plátano, y bebida isotónica.

Pero todo lo que sube, baja, y no me refiero esta vez a los puertos ni a nada sexual... Bajando el puerto me vino el bajón. Válgame la redundancia... No tengo hambre, no tengo sed y no entiendo nada... Lo he hecho bien y, sin embargo, el gemelo derecho me está avisando... Algo no chuta... La bajada tiene sorpresas en forma de repechitos. En uno de ellos, quiero poner el plato pequeño pero no me coje... Vuelvo a poner el grande, y siento que los dos cuadríceps me dicen que me estoy pasando... Converso con ellos y les pido perdón. Intento, de nuevo, bajar al plato pequeño y se me sale la cadena. La recoloco rápidamente. Pero voy sola y tocada y el viento tampoco ayuda... Intento engancharme a algún pequeño grupo que me adelanta.... Imposible... Momento crítico.

Llego sufriendo al avituallamiento previo al 4º puerto, el Coll de Bac, largo y tendido. Decido pararme, beber, comer y estirar... "Te estarán pasando un montón de féminas", se enfada mi demonio... Pero la prioridad ahora es reponerme y el resto queda en segundo plano. "¡Hay que volver!", me acuerdo de nuevo de mi Ángel de la guarda.

Empiezo a subir, con poca resistencia y mucha cadencia. Me engancho a una chica que pedalea casi igual. "Ya vuelvo a ser yo", pienso para mis adentros... Ese algo que antes me había poseido, también había abducido a mi pulsómetro, que no me marcaba nada... De repente, junto con el reencuentro conmigo misma, éste volvía a señalar mi frecuencia cardíaca... ¿Habré resucitado? No sé, pero la cuestión es que ya dispongo de referencias objetivas y estoy subiendo al umbral. Por fin, me he recuperado.

El quinto puerto, regulando, lo hago muy bien y se me pasa rápido. Ya sólo queda disfrutar de la última bajada y cruzar la línea de meta. He hecho 175kms. Mi cuenta marca 6:34h. He parado 12 minutos en total y, además, no ha llovido. ¡Superfeliz con el resultado y un gran día vivido!

lunes, 8 de abril de 2013

Como los de Alicante

Si bien el año 2012, empecé pisando fuerte y pensando que ese era mi año, y así lo escribí en una de mis entradas, los inicios de este año, no han sido de la misma suerte. Tanto es así, que el día uno de enero ya andaba literalmente coja. En la Cursa dels Nassos, yo que sé qué hice, pero la cuestión es que noté un tirón en el gemelo y, al terminar, me dolía al apoyar el pie en el suelo... Como se ve que eso era poca cosa, mi anemia decidió manifestarse de nuevo con más ímpetu, dejándome con ganas de nada al salir de currar. Le añadimos la gripe, de la que ya os había informado anteriormente, y para completar el “pack” de desventuras, vino lo peor: Tras una prueba médica, me dicen que tengo que hacerme una biopsia en un nódulo que tengo en el pecho. Ante tal panorama, replanteamiento total y valoración de las diversas opciones. La primera era sumergirme en un mar de lágrimas pero no resultaba una idea muy atrayente. La segunda opción, la que escogí sin dudar, era apostar por el optimismo y “palante”.

Hay quien cree que lo que piensas influye en lo que realmente te pasa. No sé si fue por eso, pero la cuestión es que todo quedó en una angustiosa espera y la confirmación de que no tenía por qué preocuparme. El mal trago, fue solo eso y, con ello un gran aprendizaje: hay que disfrutar cada segundo.

Por fin, se acabaron las malas noticias y, poco a poco, voy centrándome en mi temporada. Ahora estamos en la fase de calidad: sufriendo un poquito más, ya que hay que esforzarse. A mi modesto nivel, noto que voy progresando y cada vez tengo mi mente un poco más en mis objetivos. Esta Semana Santa, no se ha desaprovechado: dos días de calidad y uno de tirada larga, haciendo el recorrido de la Montsec-Montsec a nuestro aire, que consta de unos 5 puertos repartidos en 180kms, y con unas vistas panorámicas preciosas. Aquí os dejo prueba de ello:


Supongo que todo esto influye, pero la cuestión es que este domingo, hubo salida con el club, en plan intensivo y era el momento de ponerse a prueba. Encima, se unían a nosotros la grupeta que normalmente hace montaña, o sea que eramos una buena tropa... La "guerra" estaba asegurada.

La ruta consistìa en 150kms y subíamos el Ordal, La Talaia, Pontons y, para rematar, Creu Aragall. Yo no estaba dispuesta a que me esperaran mucho los chicos, así que decidí dar todo lo que pudiera. Por suerte, las dos primeras subidas no puntuaban en la "liga" del club... Los cuchillos todavía no volaban ya que, con buen criterio, se estaban reservando para el plato fuerte y, así, no me quedé atrás. Ahora bien, al acercarnos a la subida de Pontons, de repente, se hizo el silencio... Así que yo hice lo que me correspondía, ponerme al final del pelotón y empezar a rezar. Nada más empezar la subida, veo que se ponen de pie. Demasiado pronto para quedarme sola, así que aprieto los dientes, mantengo el plato grande y me levanto también...Y no los suelto!!!

Ya empezaba yo a pensar que eso era muy raro y que no podía ser, cuando se me ocurre bajar la mirada al cuenta y compruebo que estoy subiendo a 18km/h. ¡Caramba! ¡Creo que es la primera vez que subo así de bien! ¡A ver cuánto duro!... Pues no fueron 8 segundos, como de costumbre, sino que resistí bastante más de lo que me pensaba. Otra grata sorpresa. Finalmente, en cabeza, se decidió pegar el hachazo definitivo y yo tenía más que suficiente con mantener ese ritmo, así que pronto los perderia de vista. Pero lo importante es que terminé con buenas sensaciones, con ganas de seguir mejorando y de poderlo compartir con vosotros.

jueves, 24 de enero de 2013

Nuevo año, nuevos retos, nuevas incertidumbres

Pimero de todo: Feliz Año a todos... ¡Un poco más y os lo deseo cuando se acaba el año! Es lo que tiene estar superocupada... 

Por suerte o per desgracia, una galopante gripe me obliga a hacer un parón total. O ahora o nunca...

Actualizo el blog con los retos de este año. Algunos son repes, como la Rutas del Montseny (2º vez) o como mi 4ª participación en el Soplao... Es que soy de las cabezonas... Hubiera repetido la QH, si no se hubieran vuelto locos con los precios, ya que conseguir el oro era mi objetivo claro. Pero no es coherente subir el precio una barbaridad en tiempos de crisis y además hay muchas otras marchas con parecidos kilometrajes y desniveles, y a precios mucho más razonables. Así que este año yo tampoco voy a la QH. A cambio, me estrenaré en la Puertos de Ribagorza y la Terra de Remences. Por lo que se refiere a triatlones, me gustaria probar una distancia más larga, tal vez en la de Balaguer.

Lo que pasa es que todo esto requiere salud, tiempo y mucha paciencia... A lo que le siguen las dudas de si seré capaz...

Hace pocas semanas que empecé con la base y mirando pulsaciones. Si me fijo en la velocidad media, me sorprendo de no haber visto por el camíno una tortuga saludándome y adelantándome tranquilamente... Por eso, es también el momento perfecto de entrenar la mente y ser fuerte, aunque en realidad ahora no lo esté...

Y es que me he propuesto buscar el lado positivo de las cosas. Y si lo busco, seguro que lo encuentro.